De pequeño, ni bien llegaba del colegio iba a la cocina de la casa. Éste era un ambiente amplio donde me encontraba con el Perú. 

O parte de aquel país. 

Mama Bertha, la cocinera afroperuana; Rosalía, la encargada de limpiar de origen andino; Eugenio, el jardinero, nacido en el oriente amazónico del Perú.

A esa edad, ellos que eran "la otredad" para muchos de mis compañeros; para mí, eran los únicos amigos que poseía.

Sentado en la mesa de diario y aún con el uniforme escolar con el horrendo escudo de la escuela jesuita en mi camisa, yo asistía –mientras almorzaba bajo atenta mirada de Rosalía- a densos culebrones en el televisor en blanco y negro marca Hitachi apostado junto a la tosca mesa de madera desde donde Bertha molía en un batán los ajíes, mueble aledaño a mí lugar de alimento.

“Los ricos también lloran” y “Corazón de Piedra” provocaban en nosotros toda clase de sentimientos encontrados, sobre todo en mí que mientras almorzaba con una inapetente actitud Rosalía me embutía –como podía pero de manera cariñosa- la comida. 

Hasta que venía mi madre y me sacaba -en dirección a la ducha y a los deberes escolares- de aquella sobremesa donde los diversos temas (fantasmas y almas en pena eran mis favoritos) y las canciones en quechua de Rosalía embriagaban mi mente de nueve años.

NO, NO TODO ES ASÍ DE BONITO

Sin embargo, este bucólico panorama era y es extraño aún hoy. 

Y todo hace suponer -si no nos comprometemos a cambiar ello- no será lo “normal” o estándar en el mercado laboral local de los y las trabajadoras o asistentas del hogar en el futuro.

Como anota la periodista Cecilia Niezen en su red social el día de hoy, los resabios coloniales se traducen en un mercado laboral donde la comunicadora se pregunta:

"1. ¿Por qué reciben quince días de vacaciones y no treinta como otros trabajadores en planillas u otros regímenes laborales?

2. ¿Por qué su CTS corresponde a quince días por año y no a un sueldo como otros trabajadores formales?

3. ¿Por qué sus aguinaldos son la mitad de un sueldo?

4. ¿Por qué se permite un uniforme de pantalón largo en pleno verano

5. ¿Por qué no comen en tu mesa?

6. ¿Por qué no puede cuidar de tus hijos mientras también están en la playa? (Esto lo digo pues escuché el argumento de si se mojan con el mar descuidan a tus hijos)

7. ¿Por qué sus cuartos miden dos metros cuadrados? ¿Eso les enseñas a tus hijos?

8. ¿Por qué trabajan seis días a la semana y no cinco?

9 ¿Te da estatus que se vistan de blanco? ¿No es el color que más se ensucia para una persona que hace labores del hogar? Cuando limpias tu casa, ¿te vistes de blanco?"

Las primeras tres cuestiones son características de una legislación laboral que no obstante es pionera en la región [se diseñó en el 2003], tiene mucho que pulir.

CIFRAS

Claudia Esparza, directora de la asociación sin fines de lucro Emprendedoras del Hogar me explica que –en el Perú- cerca de 475 mil son los trabajadores y trabajadoras del hogar según cifra oficial. Sin embargo y de acuerdo a cifras extraoficiales, Esparza me comenta que son más de un millón y que el 98% aproximadamente corresponde a mujeres cuyas edades van desde los 14 años hasta los 58 y más.

“De este universo ‘oficial’, el 10% son formales; en el mejor de los casos el 20%”, me aclara.
“Es difícil equiparar derechos de trabajadoras del hogar con trabajadores tradicionales; si bien es cierto fuimos de los primeros en leyes de formalización, hoy en día es complejo el trámite de formalización. La Organización Mundial del Trabajo también aportó a través del convenio 189 cuyo objetivo es transformar el trabajo del hogar en uno decente. Pero también es difícil y complejo que ello se cumpla en un contexto donde no se detecta una voluntad política o social que levante –por ejemplo- leyes que favorezcan a este sector laboral olvidado y que en algunos casos trabaja bajo regímenes de esclavitud”.

<Aquí, un vídeo de Emprendedoras de Hogar a propósito del Día de la Trabajadora del Hogar. Sigue leyendo después del audivisual>
 


A fines del 2014 –y de acuerdo con Útero- desde el Ministerio de la Producción bajo dictado de patronales empresariales y, todo indicó, sin haber consultado con el Consejo Nacional del Trabajo, Ministerio de Trabajo o Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral se diseñó una norma que no permitía a trabajadores jóvenes acceder, como deslizó Niezen, a prestaciones como vacaciones de cuatro semanas, con CTS u otros beneficios. La llamada Ley Pulpín. Que se desactivó en enero del 2015 por su escandalosa propuesta.  

<Sigue leyendo después del banner de la plataforma Actúa.pe que también visibiliza la realidad de las trabajadoras del hogar>

Actúa.pe

Así, en un contexto tan adverso desde lo político y con estructuras neocoloniales como las señaladas tanto por Niezen como por Esparza, hoy que se conmemora el Día de la Trabajadora del Hogar, se me antoja más que un reto lograr que los derechos laborales constituyan una dimensión real en este segmento puntual del mercado laboral local.

Corrupción, falta de instituciones fuertes e informalidad tres males que nos siguen atacando y para muchos, mal pagando.

Pero no todo es pesimismo y no todo es imposible. El trabajo de organismos como Emprendedoras del Hogar no sólo visibiliza esta penosa realidad, sino que otorga apoyo y asesoría a las asistentes que llegan a esta institución sin fines de lucro para recuperar en ellas autoestima no sólo emocional sino laboral.

Casos de éxito hay muchos me comenta Claudia Esparza, a no desfallecer en esta lucha.

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Foto de portada: Tumblr.


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