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j.m. rugendas, lima s.xix; catedral vista desde el palacio de osambela

Cuadernos de historia económica: Lima, la épica ciudad de todos...

Una línea temporal de cómo Lima sobrevivió a fenómenos telúricos y otros terromotos históricos, económicos, sociales y políticos.

"...Lima, la sin lágrimas"

H. Melville - Moby Dick

Publicado: 2014-01-18

Los primeros pobladores de Lima vinieron hace tres mil años, de origen amerindio, llegaron a un valle seco, desértico, regado por un río que mezquina el agua por ocho a diez meses durante un inclemente y húmedo invierno, zona de terremotos y temblores recurrentes. 

La expansión Wari del siglo IX provocó que estos descendientes de los pueblos de prosapia yunga, los mismos que habitaron los reinos Chimú y Moche, se organizaran en señoríos alrededor del valle del Rímac. Hablaban el "lambayec" o lengua "sec" conocida después como idioma "mochic", ya desaparecido quedando sólo vestigios gracias a los jesuitas e investigadores modernos como María Rostworowski.

Hacia el siglo XI, eran -en su mayoría- pescadores que aprovechaban con pericia y en sus caballitos de totora, el mar desde El Callao, pasando por Maranga y terminando en los barrancos de Miraflores y Chorrillos; y cómo no,    agricultores gracias al ecosistema del río Rímac y sus acequias menores (acequión de Surco, Huatica y Huaycoloro). Practicaban también la ganadería intensiva y estabulada de camélidos y animales pequeños; y la caza menor de vizcachas y patos silvestres.

¡El ingenio triunfó sobre el arenal y la falta de agua!

Luego, se desarrollaron los Señoríos Ichma, Lati (o Ate), Maranga y Sulcovilca (Surco), formándose la llamada Cultura "Lima" en el tardío pre inca y post inca, cultura a punto de desaparecer por las invasiones de los reinos Wari.

Después, fueron dominados por la expansión Inca del emperador Pachacútec y el príncipe Túpac Yupanqui en siglo XV, fundiéndose en una mezcla yunga-quechua que, a su vez, provocó que perdieran no sólo su idioma particular, sino otros rasgos culturales: religión, arte, comercio, identidad. 

De esos tiempos oscuros y tenebrosos de la invasión Inca, surgió en santuario de Pachacamác y el cordón de huacas y centros ceremoniales-religiosos como los monumentos de Mateo Salado en Pueblo Libre, Pucllana entre Miraflores y San Isidro, Mayorazgo en La Molina, Santa Catalina en La Victoria y otras tantas que pueblan silenciosas desde Carabayllo, pasando por San Miguel y terminando en San Borja y Monterrico.

¿Qué de bueno resultó de eso? 

Que Lima nos habla a pesar del tráfico, la bulla y el desorden. Lima nos habla a través de esos "personajes" de barro y piedra que son estas huacas; y si mantenemos el cuerpo y la mente callados e independizamos el día a día de nuestras ajetreadas vidas, la podremos escuchar. A ella, a Lima....

Volvamos a nuestro relato épico de Lima:

La brutal y violenta expansión Inca provocó el desarraigo de pueblos enteros: hombres, mujeres, niños y ancianos fueron llevados a los confines del imperio, en un escalofriante método sistémico que usó la administración inca para destruir voluntades y conciencias.

Después, vinieron los españoles en el siglo XVI e hicieron lo mismo, y con ello -pese a quien le pese- Lima y el Perú ingresaron a la historia del mundo. Con las riquezas encontradas en Perú, comenzó la leyenda urbana europea del renacimiento que acuñó la frase: "Vale un Perú". 

Desde Londres, Flandes, Frankfurt, Madrid, Barcelona, París, Praga y Moscú, la realística, impecable y elegante frase embriagó las mentes del europeo renancentista.

Los españoles trajeron piojos y viruela en el siglo XVI, pero también la cruz, las artes y las letras de occidente, creando una ciudad que llegado el siglo XVII, "el Siglo de Oro Español", no sólo poseía Iglesias, Palacios, Conventos, Plazas, Paseos, fuentes, alamedas, adoquinado, el mayor número de títulos nobiliarios en América, sino la más antigua universidad del continente [la Universidad Mayor de San Marcos (fundada en 1555)] con una biblioteca que llegó a ser -en el siglo XVIII- diez veces más grande que la de Harvard u Oxford], además tenía un sistema de alcantarillado mientras que -en el mismo período-, Londres o París era lodazales insalubres, Santiago de Chile apenas un cuartel con villoríos y caseríos míseros y Santa Fé de Bogotá, una chabola de miasmas insalubres.

En la Lima de los Borbones del siglo XVIII, a diferencia del resto de la América Española, el hervidero de la Ilustración no melló en la ciudad y sus habitantes, aún escondidos en conventos y beatas plataformas escurridizas de la Inquisición, que escondieron también el espíritu de una ciudad atacada de nuevo por la corrupción de la administración española de la Corte Virreynal. Corrupción que se convirtió en endémica actitud en la posteridad. 

Lima era una ciudad española, siendo tarea harto compleja para San Martín y Bolívar independizar el Perú entre 1821 y 1824. No sólo independizar al Perú políticamente, sino emocionalmente, porque no obstante los libertarios aires de independencia, Lima y los limeños pensaban, hablaban y entendían el mundo como españoles y no como peruanos. 

Esta confusión de identidad estimuló el caudillismo de principios del siglo XIX, que procrastinó el desarrollo no sólo de Lima como organismo viviente, sino de todo el Perú. 

Hacia la década de los años 70 del siglo XIX, esta chabola del sur, mencionada antes y transformada en un poderoso ejército venido de Chile, sobrepasó la trascendencia colonial de Lima, invadiéndola y destruyéndola prácticamente en 1881 durante la Guerra del Pacífico. La soldadesca victoriosa -embriagada de triunfo y de alcohol-, enseñoreó el saqueo, las violaciones a mujeres, el asesinato, el robo y el incendio dejando en escombros lo que antes era una joya con pasado pre hispánico y principesca y blasonada actitud colonial. 

Replicando a los Hunos de Atila entrando a Roma en el siglo V, hicieron de Lima un potrero: nos dejaron sin bibliotecas, sin pasado (fue cuando Ricardo Palma comenzó a mendigar libros por todo el mundo para recuperar el pasado y diseñar un futuro para Lima), quemaron en una orgía interminable de sangre los mármoles de Chorrillos y las portentosas villas de Barranco y Miraflores. Para mayor INRI, hicieron del Salón de Actos de la Universidad más antigua del continente americano, un picadero para los ejercicios ecuestres de la oficialidad. 

Luego, una "peruana" y demasiado "limeña" República Aristocrática de fines del siglo XIX dejó lejos, muy lejos, física y emocionalmente hablando al resto del país. Nuevos grupos de poder asaltaron Lima y el Perú enteros. La minería, el guano, el salitre, el algodón, la caña de azúcar, el caucho, la anchoveta no bastaron, ellos querían y aún quieren más. 

Llegó el siglo XX. Y a mediados de éste, una nueva oleada migratoria expuso a Lima a una "invasión", pero está vez -felizmente-, no se usó la violencia ni las armas. Se usó la economía, el mercado, el comercio y lo más importante: el ingenio y el sentido de supervivencia. 

Los arenales de la ciudad de cielo gris, gélidamente húmeda, sin sol por 10 meses y sin la lluvia que mencionara Melville en su monumental Moby Dick, fueron domados valientemente por los nuevos actores de Lima. 

Pese a la poca feliz década del terrorismo de Sendero Luminoso [80-90] que también atacó Lima sin clemencia, estos nuevos protagonistas e inmigrantes andinos se enfrentaron al terror y convirtieron los arenales en ejes económicos-financieros y comerciales de un dinamismo espeluznante, llegando a aportar más del 25% del PBI de la ciudad (más que los elegantes barrios de Miraflores o San Isidro). 

En esas zonas de los arenales, donde habitan los despectivamente llamados "coneros" o "emergentes", existen (no en todas) infraestructura, hay agua potable, servicios y lo más tragicómico: desagües, cuando el balneario de Asia, pretenciosamente llamado así, tiene silos y no desagüe.

¡Mil años después, nuevamente el ingenio triunfó sobre el cruel arenal!

¡Nuevamente, Lima, la del cielo gris y sin lluvia, la que "nunca llora", fue domada!

Y aquí, Evelyn Merino Reyna, nos muestra porque se le quiere y ama a Lima:

Lima era -como dice la leyenda en boca de Carlos V de España y primero de Alemania, antes de morir en Yuste-, "...la joya de mi Corona".....porque -aunque con casi cinco siglos de fundación española y siendo una joya para la Casa de los Austrias-, Francisco Pizarro no la fundó en estricto sensu, la REFUNDÓ pues él fue uno de los tantos actores -para bien o para mal-, de esta épica historia conocida como Lima.

Dicho esto, si te sientes bien siendo limeñito en este presente que es el siglo XXI, piensa en los que provocaron "esto" que eres ahora, piensa en ese mestizaje y así evitarás que Lima siga siendo una "ciudad-cementerio" de cielo gris, pacata, racista, exclusivista, hipócrita, banal, agresiva, violenta, arrogante y soberbia, de quien el poeta Jorge Eduardo Eielson, dijera que "Lima no es una ciudad para vivir sino, al contrario, un lugar ideal para morir: un cementerio...".

Si puedes ser capaz de hacer este ejercicio mental de pensar, sentir y ver a Lima, sin odios ni rencores, sin racismo, sin sesgos políticos, ni desamor, lograrás que Lima y tú sean lo siempre fueron: UNA CIUDAD Y UNA PERSONA PARA TODOS.

¿Lima tiene esperanza? ¿Pese a sus terremotos provocados no sólo por la naturaleza sino por el hombre? ¿A su desorden? Eso sólo lo sabes y lo debes construir tú...porque -repetimos-, Lima te habla todos los días. Escúchala y respétala porque pese a todo lo que hicieron con ella, nunca lloró. 
¡Feliz día, histórica y épica Lima! 

Ver también:

La Independencia importada.

Detectives de libros: la historia de los textos devueltos por Chile.



Escrito por

Eduardo Recoba Martínez

Economista, periodista, docente. Corresponsal para Latinoamérica de iForex financial news, consultor y analista. Sígueme en @eduardo_recoba


Publicado en

MAD ECONOMY

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